Ruta de la Plata :: diciembre 1997

Un grupo de amigos de Córdoba y de Madrid decidimos pasar las navidades de 1997 dando pedales por la Ruta de la Plata. Pero como íbamos sobrados de chulería y faltos de mapas elegimos hacerla en sentido norte-sur, donde apenas unas cuantas flechas blancas no bastan para señalizar el trazado (al contrario que las flechas amarillas que lo indican en sentido sur-norte hacia Santiago de Compostela).

Para más inri, nos estuvo lloviendo la mitad de los días. Lo que a continuación sigue, es una crónica, fundamentalmente fotográfica de lo que nos aconteció, incluida la Nochevieja en la casa del alcalde El Carrascalejo. Pero será más adelante.

Día 26 de diciembre: dejamos Aldara y yo el coche en Mérida y nos pillamos autobús hacia Plasencia, previso paso por tienda de bicis y acopio de cajas porque nos obligan a embalar las burras y pagar un billete por ellas. El autobús sale como a eso de las 12 de la noche y nos deja de madrugada en Plasencia, muertos de frío, con todo cerrado y armando las bicis fuera de la estación, ya que una vez llegó el autobús, chaparon la instalación.

Día 27 de diciembre: una vez reunidos con los amigos de Aldara que bajaban desde Madrid en cercanías y sin tener que embalar un carajo, comenzamos nuestro viaje, saliendo de Plasencia (precioso casco antiguo), que no es población de tránsito de la Vía de la Plata, para dirigirnos a dicho camino, donde conectaremos en las inmediaciones de Galisteo.

(a la derecha, foto de mi vieja trotona, pertrechada con alforjas, saco y tienda de campaña)

Después de perdernos por la zona, como me ha ocurrido otra vez con con posterioridad en 2001 y a punto estuvo de pasarnos en 2003 (ver Ruta de la Plata por fRaN y Mati), llegamos a Ríolobos, donde no existía ningún tipo de alojamiento para peregrinos y el alcalde nos cedió el Pabellón de Deportes cubierto de la localidad, que no fue suficiente para mitigar nuestro frío, así que montamos la tienda de campaña dentro de la superficie sintética de juego.





(al clickar en la imagen y verla más grande, obsérvese la estructura del techo del pabellón, así comos nuestros santos cojones, con el infiernillo de gas sobre la superficie sintética)






Día 28 de diciembre
: desde casi el principio de la ruta nos estuvo lloviendo, y encima se nos hizo de noche llegando al Puerto de los Castaños (el mismo que estaba en llamas en nuestra Ruta de la Plata 2003, etapa 2). Desconocíamos por donde seguía la Ruta e incorporarnos a la N-630 y continuar 4 Kms. en bajada hasta Cañaveral, el siguiente pueblo, se antojaba suicida al ver la falta de arcén, nuestra falta de equipos de iluminación y sobre todo la velocidad y trasiego de los camiones que circulaban (hoy en día ya hay autovía). Así que la opción era buscar donde dormir en el puerto. Montar la tienda era tontería por la cantidad de agua que caía y por el barrizal que se estaba formando, así que optamos por pedir alojamiento en alguno de los dos "establecimientos" que había. En uno de ellos, un restaurante seguramente cerrado hacía algunos años nos entornaron la puerta y nos despacharon con monosílabos simiescos: uuhh-uh-uuuhh, así que no nos quedó más remedio que dirigir nuestra súplica al otro local que había. Digamos que era uno de esos locales con lucecitas de colores, donde los camioneros suelen para a reportar. Después de echar a suertes quien pasaría dentro a preguntar, le tocó a quien suscribe. La escena no tiene desperdicio: entra un biker-globero empapado de agua y aterido de frío, con el caso puesto y chorreando al puti-club, las "señoritas" con minifalda, copa y sentadas en taburetes a la entrada me echan una mirada del tipo ("mejor me tiro a un camionero seboso cincuentón que a esto"). Me dirijo al camarero ante la mirada estupefacta de la clientela y al solicitarle algún sitio donde cobijarnos, una cochera, un almacén... (el edificio era realmente grande, hoy abandonado) que me responde que no puede, porque como habremos comprobado, eso era un "hotel". Juas, juas! un hotel? pues menudo servicio de habitaciones debía tener.
Ante la imposibilidad de dormir en el puerto, ni con tienda ni en el "hotel", tiramos de mapa de carreteras y vemos un pueblo a unos 4 Kms., pero fuera de la Ruta de la Plata, decidimos tirar para allí (sin luces en las bicis) y después de estar a punto de salirnos varias veces de la carretera, totalmente empapados, llegamos a la población de Casas de Millán, donde nos ponemos rápidamente a buscar al alcalde a ver si nos consigue algún sitio donde dormir. La respuesta fue magnífica, se mostró encantado de ayudarnos, llamó al policía municipal del pueblo, que nos abrió las escuelas, nos encendieron las calderas y nos permitieron dormir en un aula de educación infantil, rodeados de pupitres, dibujitos en las paredes y juguetes en las estanterías.

Foto de la derecha, patio del colegio (foto hecha el día siguiente por la mañana). Foto debajo, aula donde montamos el "campamento".







Foto de la izquierda, aula donde montamos el "campamento", pegados a un radiador. Brrrr, qué frío!





Día 29 de diciembre: Salimos de Casas de Millán y por un se
ndero y luego pista llegamos a Cañaveral, donde retomamos la Ruta de la Plata, para descender por lo que queda de vieja calzada romana hacia el Embalse de Alcántara.

Foto de la derecha: al final del camino / calzada romana se nos ve en pequeñito, al fondo, el Embalse.


Esta parte del recorrido es una gozada y hay tramos en los que se circula sobre roca viva, con los surcos del paso de las ruedas de las carreteas durante siglos.



Llegando a Casar de Cáceres se nos metió niebla y oscurecía, pero volvimos a disfrutar del trazado, un camino estrecho, entre cercas de piedra (hoy en día un pistón agrícola horroroso).

En la foto de la izquierda, de mala calidad, por el camino, comiéndonos todos los charcos y pedrolos del camino)



Cuando llegamos a Casar de Cáceres iniciamos la misma rutina de todos los finales de etapa: localizar al alcalde, siempre de poblaciones pequeñas que suelen ser más hospitalarias, para apañarnos sitio para dormir. Nos costó trabajo localizarlo, pero al final nos envió al policía municipal para que nos abriera el albergue de peregrinos (un almacén del juzgado de paz y una sala del centro de mujeres) e incluso se ofreció a darnos un vale por una cena gratuita, que amablemente declinamos. Estábamos tiesos, pero teníamos dinero para comprar comida, y nos pareció más ético que se reservara ese fondo para otros peregrinos, sobre todos los caminantes.
El almacén de entonces no tiene nada que ver con el nuevo (y caluroso) albergue municipal

Día 30 de diciembre: de Casar de Cáceres (donde la famosa "torta del Casar") nos dirigimos hacia la monumental Cáceres por vías pecuarias y alguna pérdida. Tras una fugaz visita en bici, dejamos la ciudad atrás por el Puerto de las Camellas, luego por trazado poco definido llegamos a Valdesalor (ver la que liamos en la fuente en la primera etapa de la Ruta de la Plata 2003, por fRaN y Mati). A la salida del pueblo cruzamos puente romano sobre el río Salor (foto debajo)

Para después de una subida, atravesar por medio un aeródromo (!). Por dehesas de encinas y bellos y suaves paisajes que invitan a rodar y recrearse (menos cuando lo hicimos nosotros, que no nos dejó de llover, o cuando pasamos por allí en 2003 a 48 grados!), llegamos a Aldea del Cano, donde además de destacar su puente romano, nos sorprendió en las afueras del pueblo el hecho de que un puti-club y un geriátrico estuvieran puerta con puerta, menudas fiestas se debían organizar los días de cobro de paga de jubilación!
Seguimos nuestro camino, con unas cuantas pérdidas más, problema de no estar señalizado el recorrido en el sentido norte - sur y guimos a hacer noche a Casas de Don Antonio. Proceso habitual: localizar al alcalde para pedirle refugio. Éste resultó aún más amable que el resto y se ofreció a extendernos unos vales para pernoctar y comer (utilizado para auxiliar a indigentes en tránsito), aunque por vergüenza torera declinamos la oferta, ya que para comprar un par de latas, una barra de pan y un cartón de leche nos llegaba, y para dormir, con algo que tuviera techo nos bastaba para poner los sacos y/o la tienda.
En este caso nos abrieron un dependencias municipales utilizadas como almacén de maquinaria a las afueras del pueblo, y para calentarnos nos acercaron un brasero de resistencias. Con eso era imposible calentar una de las salas de la nave en la que estábamos, pero nos sirvió para ir secando las botas (nada de mariconadas de zapas con calas).
(en la foto de la izquierda cacharro que formamos para colocar las botas sobre el brasero para secarlas)
Día 31 de diciembre: Era nuestra última etapa con idea de llegar a Mérida y pasar el fin de año allí. Con otro poquito más de agua, y con apenas un puñado de flechas blancas rodamos el último día del año. Entre Alcuéscar y Aljucén nos perdimos varias veces, al final salimos a la nacional para llegar a Aljucén, desde allí por una pista, y ya sin luces, llegamos a el pueblecito de El Carrascalejo, ya en noche cerrada. Mérida nos queda muy lejos y con carretera de por medio. Tras buscar y localizar al alcalde, nos informa que no tienen ningún tipo de local municipal donde alojarnos. El hecho de vernos a dos chicos y dos chicas, empapados, muertos de frío, un 31 de diciembre debió apenarle al hombre, que se ofreció a alojarnos en su propia casa.
Tenía una casa, y en la parte de atrás un terreno con piscina y una caseta con baño, cocina y hasta una chimenea. Preparamos nuestros sacos en el suelo, nos encendieron la chimenea, nos trajeron de cenar e incluso una botella de cava para festejar por adelantado y antes de la cena (él cenaba con su familia en casa) por el nuevo año. Incluso nos invitó a que una vez dieran las 12 de la noche, subiéramos a su casa a brindar con una copa. Pero el cansancio, la cena, y sobre todo la chimenea, nos aflojaron de tal manera que a las 11 de la noche subí a casa del alcalde a agradecerle su invitación y comunicarle que nos metíamos en el saco, y así metidos en el sobre, delante de la chimenea, en una caseta en la casa del alcalde de El Carrascalejo pasamos la Nochevieja.
Nunca agradeceremos lo suficiente la amabilidad con que nos abrieron su casa y nos atendieron en aquella noche de fin de año. Muchas gracias.
Al día siguiente tomamos camino del Embalse de Proserpina (presa romana aún en funcionamiento) y desde allí por carretera a Mérida.

(Entre Valdesalor y Casas de Don Antonio permanece desde hace 2000 años colocado en su emplazamiento original este miliario, al que en tiempos más modernos le fue horadado un hueco para que sirviera de "buzón de correos" de un cortijo cercano.)

Francisco J. Cortés (fran)

:: mayo 2006 ::

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