Valle de Hecho, Pirineos (1995 agosto)

Valle de Hecho, pirineo oscense (agosto 1995)

[En las fechas en las que escribo esta entrada, marzo de 2020 de un viaje 20 años atrás, y del que no llevé ningún diario, me quedan pocos recuerdas y pocas fotos, y de mala calidad, del viaje]




:: Hecho - Aigüestortes: planificado como un fin de semana de un grupo de amigos para pasarlo en el Ibón de Estané, cerca de la frontera con Francia a punto estuvo de no salir como pensaba. Dejamos los coches en Echo, donde comimos algo y la gente que iba a pie con las mochilas, sacos y tiendas comezaron la marcha hacia arriba. Pablo y yo, que íbamos en bici, como tardaríamos menos en llegar decidimos hacer una rutilla antes en bici hacia Ansó (aunque creo que nos dimos la vuelta antes cuando nos percatábamos que se nos hacía tarde).

Los Mallos de Riglos, desde la Nacional que sube a Hecho

De Echo partimos subiendo por una muy buena pista forestal hasta que al cabo de unos kilómetros se acabó, al llegar a la zona de Aigüestortes. Allí el camino se fue estrechando hasta convertirse en una variedad de senderos, la mayoría, o todos, hechos por el caminar de las vacas. Aún así confiaba en mi habitual sentido de la orientación.

Con mi compañero de aventuras alforjeras (el de la bici, eh!)




Hay que decir llegados a este punto que el único mapa, el mío, un 1:50.000 del IGN se lo dimos a los caminantes. En una época sin móviles, GPS ni nada por el estilo. Fuimos remontando Aigüestortes, a veces cruzando brazos del riachuelo por un prado en suave ascenso, hasta que de pronto nos topamos con una alambrada de espino oxidada y desvencijada. La verdad es que nos extrañó después de ver a las vacas cómo deambulaban libres por grandes extensiones de prado y monte.

Tras pasar la alambrada, con cierta dificultad a pesar del estado ruinoso y caído que presentaba, nos dejamos caer por un sendero muy disfrutón durante un buen rato. Al finalizar la bajada a lo lejos oímos el ruido de chiquillería, al acercarnos vimos que eran un campamento de boy-scouts franceses. Nos acercamos para saludar y para que nos indicaran la dirección al Ibón de Estané, que pensábamos cercano. Cual fue nuestra sorpresa cuando nos indicaron que estábamos ¡en Francia! En algún momento de la remontada por Aigüestortes debíamos haber abandonado el valle para empezar a subir y nosotros lo remontamos entero y bajamos a Francia.

Tocó subir empujando todo el sendero que habíamos bajado previamente hasta la extenuación (y eso que por entonces estaba en forma). Cuando llegamos arriba, saltamos la alambrada, y llegamos a Aigüestortes ya no nos quedaba luz para llegar al Ibón, además empujando la bici la mayor parte. Encontramos lo que al día siguiente se confirmaría como el sendero de subida, montamos la tienda cerca y nos dispusimos a cenar lo único que teníamos un paquete de galletas y agua, ya que toda la comida la llevaban los caminantes, y nosotros habíamos contado con llegar arriba.

:: Aigüestortes - Ibón de Estané: al día siguiente al despertar, nos tomamos unas pocas galletas que sobraron, dejamos la bicis y alforjas dentro, y la cerramos con un candado. Subimos a pie hasta encontrar una hora después a nuestros amigos en el Ibón, y los reclutamos para subir entre todos nuestras cosas. Así, desmontando todo y repartiéndolo, subimos al Ibón unos con una rueda, otro con un cuadro, otra con una alforja,...

Amanece en Aigüestortes. Toca madrugar y subir a buscar a los sherpas, digo, amigos

Estando el Ibón de Estané, un par de días, nos sucedió otra anécdota. A pesar de la dificultad para llegar hasta allí (solo posible para caminantes), por la parte de Francia venía mucha gente, y no siempre demasiado equipados. El colmo fue ver un día a una francesa con tacones. Cuando nos acercamos dando un paseo a esa parte del monte descubrimos con asombro que hasta lo alto llegaba una pista que terminaba en una esplanada que servía de aparcamiento. La misma subida que desde la parte española!

Un vista del Ibón de Estané

Nuestro campamento

:: Ibón de Estané - Hecho: el día que tocó bajar montamos las alforjas y todo el equipamiento y nos despedimos momentáneamente de nuestros amigos senderistas que tardaría algunas horas más en llegar. Nosotros, nos tiramos sendero a bajo, no sin dificultades a veces, ya que el sendero, o la variedad de ellos, eran más pisadas de vacas (con sus convenientes boñigas) que un sendero al uso. Llegamos a Echo, desmontamos y colocamos todo en el coche y nos tomamos una cervecitas esperando tranquilamente al resto del grupo.

No me he borrado la cara, es el reflejo del flash del móvil

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