viernes, junio 02, 2006

Ruta de la Plata : Noviembre 1999 (II)

Salamanca - Santiago de Compostela


[escribiendo esto en marzo de 2020, pocos recuerdos tengo y creo que ninguna foto]

:: Salamanca - Zamora: los únicos recuerdos que tengo son la sucesión de pistas agrícolas en zonas de concentración parcelaria y la sorpresa de encontrarme frontones en todos y cada uno de los pueblos por los que pasé. Asociaba los típicos frontones del lateral de la iglesia con el País Vasco y comprobé que era habitual en toda la zona oeste peninsular.

Llegando a Zamora empiezo a tener problemas con la transmisión. Es sábado por la tarde, así que tendré que pasar un día adicional en la ciudad y esperar a que abran las tiendas y puedan arreglarme rápido.

Al llegar al centro de Zamora pregunto a un municipal en el ayuntamiento por el albergue de peregrinos; me contesta que no hay tal, lo que hay es un albergue de itinerantes, pero que no me lo recomienda por las personas que están allí. Toca soltar pasta y buscar un hostal barato.

:: Zamora: un domingo entero de paseos y aburrimiento por Zamora.

:: Zamora - Santa Marta de Tera: más pueblos y más frontones; entro en el Valle del Tera. Vuelvo a tener problemas con la transmisión que me impiden llegar a mi destino además. Llamo a la tienda de bicis para avisar que iría al día siguiente. Cuando ya no puedo continuar más sin romper nada, paro en un pueblo pequeño y pregunto en un taller mecánico si hay algún sitio donde dormir. Me dicen que en el pueblo no, pero caritativamente me ofrecen dormir con mi saco y aislante en el concesionario de coches al lado del taller. No es gran cosa, pero me salva la noche. Así que allí, tras cenar las cosas que llevaba por si me daba hambre durante la ruta, despliego el saco y leo algunos libros que había en la mesita de espera de los vendedores. Cuando me acabo "El coronel no tiene quién le escriba", me echo a dormir, eso sí, entre dos coches, en el suelo con todas las luces del concesionario encendidas y con la cristalera dando a la Nacional que pasa por la puerta.

:: Santa Marta de Tera - Puebla de Sanabria: al día siguiente, el dueño del taller-concesionario me vuelve a salvar la vida: tiene que llevar al niño al entrenamiento de fútbol del hijo y hacer unas gestiones, tiempo justo para ir a la tienda, ajuste rápido y de vuelta con ellos a Santa Marta del Tera, donde retomo ruta.

A pesar del retraso por empezar a dar pedales tan tarde, fue aquel día de aquellos que no te cansas (con excepción del culo por las horas de sillín seguidas) y de hecho paré porque anochecía. Cayeron 120 kms. de caminos y pistas y me recogía ya anocheciendo en un hotel al borde de la Nacional, junto a un polígono industrial a las faldas de Puebla de Sanabria que, obviamente, no visité.

:: Puebla de Sanabria - A Gudiña: era el día de entrar en Galicia, que fue una sucesión de recortes para evitar las famosas "corredoiras", con sus resbaladizas piedras húmedas. Tras pasar los altos de A Canda, Padornelo y A Canda, para entrar en Galicia y dormir en el pueblo del mismo nombre.

Al preguntar por el pueblo, me dicen que el punto donde atiende a los peregrinos es la Biblioteca Pública. Allí voy, una biblioteca pequeña, con su bibliotecaria simpática que me dice que no tienen albergue en el pueblo, que está en construcción, que mientras, dejan dormir en el pabellón de deportes. Así allí que me encuentro después de cenar, todo un polideportivo para mí, y yo durmiendo con mi saco en un lateral, encima de unas colchonetas. Esos techos metálicos crujiendo por la noche y perros gallegos ladrando media noche no me dejaron descansar nada.

:: A Gudiña - Xinzo de Limia: sin recuerdos del día

:: Xinzo de Limia - Lalín: sin recuerdos del día

:: Lalín - Santiago de Compostela: etapa corta, pero que estuvo marcada por la lluvia, que me había respetado más o menos durante el viaje. Un viento racheado y una constante lluvia, así como problemas con la cadena (que me dejaban meter pocas combinaciones de marchas) hicieron que la jornada se hiciera más larga de lo previsto. Y ya por fin, tras 8 días de viaje, sin ver a ningún otro peregrino (los últimos kilómetros para llegar a Santiago crucé con los primeros), llegué a la Plaza del Obradoiro para encontrarme con ...una muchedumbre de peregrinos a pie y en bici. Estaba claro que todos ellos habían hecho el Camino Francés, pero no me podía imaginar tal cantidad de viajeros para un mes de noviembre.

La sorpresa la final la tuve al llegar a la Oficina del Peregrino, cuando fui a validad mi Pasaporte por la Compostela me dijeron que el escaso número de sellos (sellaba cuando me acordaba, o sea, casi nunca) no acreditaba me concedieran la Compostela. No merecía la pena discutir. Si no quise hacerme la Orla en la Universidad, ¿para qué iba a querer ese otro papelote?