Transandalus :: agosto 2009 :: Huelva

Otro agosto, otras vacaciones y otro viajecito transandaluero. Pienso hacerlo a finales de mes, buscando menos calor (y que no me pase como el año pasado por Jaén) pero la posibilidad de poder hacerlo acompañado me inclina por volver a viajar en la primera semana de agosto. Y como estaba cantado, con un calor de un par de coj....
Inmersos en plena ola de calor el viaje no empieza bien, sobre todo cuando al llegar a Sanlúcar de Barrameda, punto final de nuestro viaje en bici y donde dejaremos un coche, Roberto se da cuenta que se ha dejado en Córdoba el Camelbak, las zapatillas,... Después de un repaso rápido a las posibilidades y viendo que en domingo no podremos comprar nada y que los pedales crank brothers y el 45 de pie de "el Carolino" no facilitan buscar un préstamo de zapas, vemos que lo más rápido es volver a Córdoba a por los trastos. Empezamos bien.

Después de volver a Córdoba, ir a Sanlúcar de nuevo, dejar un coche y subir al punto de inicio, llegamos a Santaolalla del Cala a las 7 de la tarde. Cae la primera Alhambra 1925 en uno de los bares que está abierto en plena canícula. Tapeo en el bar Carmelo y ronda de cubatas en el mismo bar-pub donde aterrizamos por la tarde. A la camita en el apartamento de Casa Olalla.


:: 3 de agosto, Santaolalla del Cala - Galaroza :: despertador a las 7, duchita y tostadón con aceite y jamón (otro clásico en la TA junto con la Alhambra 1925). Roberto se ha acordado de mi árbol genealógico hasta la tercera generación. Por lo visto ronco "un poquillo". No creo que sea para tanto ;-)


Foto der.: Roberto por la pista, recientemente compactada y ampliada, a la salida de Santaolalla, entre cercas de piedra.





La primera parte de desarrolla sin problemas. Pista muy mejorada, cero problemas de orientación, el sol aún está bajo y hace hasta fresquito,...y las magníficas Kenda Nevegal con aro "discotequero" de purpurina pinchan a la primera (y última, afortunadamente). Reparamos y seguimos. Más adelante dejamos las minas de Cala a la derecha, y salimos de la finca Pedro Vaquero por la izquierda, como indica el rutómetro, sin necesidad de saltar la cancela.

Foto izq.: Fran, tras salir de la finca Pedro Vaquero, justo a una antigua línea ferrea (que sería una vía verde cojonuda)



Después de la carretera de "la Junta" (nada que ver con el gobierno andaluz, si no por unirse dos carreterillas), la subida desde el pantano de Aracena a Puerto Moral, con el sol atizando en lo alto empieza a mostrar lo que ya intuía: Roberto está fuertecillo y yo parece que voy montado en una ciclo-static. El calor y la baja forma van a hacer que se me atragante este viaje (parezco al Calleja de "Cuatro", quejándome todo el rato).
En Puerto Moral el único bar está cerrado aún (hasta las 11 no hay nada que hacer), así que continuamos hacia Corteconcepción, donde paramos justo a su entrada en el Barrio San Gil, a refrescarnos un poco en el bar de la plaza.



De Corteconcepcion salimos subiendo por el "Camino del Rey", que al principio conserva un, restaurado supongo, coqueto empedrado con sus escaloncitos, pero que luego se empina y se llena de pedrolos y lo hace inciclable. Eso sí, el sendero es una chulada.

Foto derecha: Roberto en las primeras rampas del "Camino del Rey"







Pasamos Aracena por la parte alta. Ya conozco la población y el calor aprieta de lo lindo, además voy ya medio petado y buscamos la parada reconfortante en Los Marines, donde el tapeo de lo lindo y birra a discreción me recomponen. Continuamos hacia Fuenteheridos, donde de su famosa fuente de Los Doce Caños (aunque hay uno estropeado) brota agua como si el año hubiera sido lluvioso. Menudo caudal. Parada rápida para refrescarnos y llenar agua.

Foto izquierda: camino entre Aracena y Los Marines.










Foto derecha:
entrada en Fuenteheridos en bajada












El calor es ya casi insoportable. Menos mal que estamos terminando por hoy. Una última subida petadora a las Cumbre de la Dehesa y nos dejamos caer a Galaroza, final de etapa. Alojamiento en el Apartahotel Rural Galaroza, con baño piscinero, y siestón en las hamacas de la piscina. Roberto se recupera de la noche de insomnio anterior y se queda roncando un buen rato. Menos mal que estamos solos a esas horas en la piscina.

Colada de ropa, paseo por el pueblo y tapeo en el bar del Hostal Toribio, donde nos informan que 3 catalanes salieron el día anterior por la mañana, aunque tiraron por carretera hasta Aroche, ya que tenían prisa por llegar a Sevilla, para volver a casa, así que con tanta ventaja era imposible que los cogiéramos.


:: 4 de agosto, Galaroza - San Telmo :: aunque la cafetería del hotel no abre hasta las 8:30, nos sirven el desayuno una hora antes para poder salir ya comidos. Preciosa subida por el "sendero del Maitilla" ("sendero del Jabuguillo" en el rutómetro) y en un plis-plas, y casi sin darnos cuenta superamos el desnivel para llegar a Jabugo, población que rodeamos.


Foto izquierda: Roberto por el sendero del Maitilla









Foto derecha: llegada a Jabugo bordeando las instalaciones deportivas y la piscina.









Tras rodear Jabugo se inicia otra de las zonas que hacen a la Transandalus maravillosa (perdón por la frivolidad). Encadenamos bajadas divertidas, senderos pedrogosos, subidas, y todo en mitad "de la nada" y por un bosque encinas, castaños y robles.


Foto izquierda: Una piara de cerdos ibéricos que bebían en un arroyo se sorprendieron por nuestra presencia y durante varios kilómetros los llevamos por delante huyendo al no poder salirse del camino por las mallas y los muros de piedra.



Pasamos a las afueras de Los Romeros y cogimos pista que pronto volvió a convertirse en otro sendero de ensueño, manteniendo en relativo buen estado el empedrado, haciéndonos evocar cómo serían los caminos de la sierra no hace tanto. Este sendero nos desembocó en La Canaleja, una aldeilla junto a la vía del tren.


Foto derecha: descenso por camino empedrado llegando a La Canaleja.





Pasamos por la Estación de Almosnaster la Real / Cortegana y comenzamos subida (subidón para mí, que iba de nuevo petado) y a los pocos kilómetros entramos por la parte alta de Cortegana, con excelentes vistas del castillo y la población. Parada para desayunar, reponer fuerzas y conversar animadamente con la escasa concurrencia del bar que ya sobre las 11 de la mañana andaban trajinándose varias rondas de aguardientes e incluso algún whisky. Intentamos no desentonar mucho dándole a la cebada en tubo. Si pedimos Aquarius, nos cuelgan de los huevos por maricones por lo menos.

La salida de Cortegana la hacemos por camino empredrado, en pleno proceso de restauración y arreglo, y lo que antes eran apenas unos centanares de metros de empedrado antiguo ahora se alarga a un par de kilómetros de pista empedrada y arreglada.



Foto derecha: Roberto por la pista empedrada saliendo de Cortegana.






Cortegana - Aroche es un agradable paseo por pista al principio, camino después y caminillos más tarde (con algún rampón hormigonado de los de "empujing"). Eso sí, de sombra, nada de nada. Entramos en Aroche por la parte alta y la cruzamos en bajada buscando los Apartamentos Picos de Aroche / Restaurante Las Lajitas donde almorzamos unas tapas y nos entacamos otra ronda de tubos para hidratar el cuerpo para lo que se nos venía encima.

A las 2 de la tarde y con un sol de justicia (de injusticia más bien) y un calor de coj... iniciamos la subida a Sierra Pelada, estribación montañosa que separa la Sierra de Aracena y Picos de Aroche con la comarca minera del Andévalo. Pasarlo mal es decir poco y me trajo recuerdos del agosto pasado por los Campos de Hernán Perea o subiendo a las Cumbres de Beas, también a horas centrales de calor.

En estas condiciones, me pongo en modo "economía de esfuerzo" o más bien "globera-al-borde-de-síncope" y más o menos soporto las altas temperaturas, pero Roberto, si bien demostró estar en un estado de forma un par de puntitos por encima de mí, cuando el termómetro subía por encima de los 35 grados petaba como un "triqui-traque".


Foto izquierda: Fran asomando por la pista que sube a la Sierra Pelada. Subidón de varios kilómetros y sin apenas sombra.



Tras mucho sufrimiento coronamos y pudimos recuperarnos algo en la larga bajada ulterior, aunque al llegar abajo al llano, de nuevo el calor, mi pésimo estado de forma, las 2 de la tarde y la petación por calor de Roberto nos hizo parar dos veces a descansar, una de ellas a apenas 800 metros de San Telmo, final de etapa.



Foto derecha: Pasando cerca de la "corta" de San Telmo.





San Telmo es un pueblecillo de poco más de 300 habitantes. No hay nada que ver, pero por kilometraje y cansancio era nuestra final de etapa ideal. Además los pueblos así de chicos tienen otros valores de los que disfrutar, sus personas. En seguida se acercan, preguntan, se interesan. La conversación fluye. Al poco eres uno más del pueblo, compartiendo cotilleos de vecinas. Aunque el alcalde puso a nuestra disposición el centro social, preferimos hacerlo en una cama (10 euros por barba). Pinceladas con las que me quedo:
- la gasolinera como "centro" de la vida del pueblo, incluida una mesa camilla para echar un trago y unos cigarritos...junto a los surtidores!
- comida "a la carta" en el bar. Nos ofrecieron comer lo que quisiéramos. Como no tenían casi de nada (no era un bar acostumbrado a dar comidas) irían a comprar lo necesario a la tienda de al lado.


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5 de agosto, San Telmo - Trigueros :: como en los días anteriores madrugramos, lo cual no deja de sorprenderme cuando en viajes anteriores en verano, tras la pedalada nos hemos pegado una buena cuerna, incluidos pasodobles en fiestas populares de pueblo. Nada de buscar algo abierto tan temprano, así que nos comemos una magdalena y tiramos para El Cerro de Andévalo (para cuando un hostal en este pueblo???) para desayunar.

Luego nos metemos de lleno en uno de los tramos que tenía señalado en mi agenda mental desde hace tiempo. La parte tras la estación abandonada de El Jaroso, la plantación de eucaliptus, es un verdadero laberinto, incluso más ahora con los árboles talados. Un montón de caminos, nuevos, viejos, transitados o no, que nos hacen despistarnos un par de veces.

La última parte, al salir de eucaliptal, mejora, y da una idea cómo podría haber sido todo el tramo sin mediar la explotación industrial del eucaliptus.

En Calañas paramos a charlar en el Hostal Las Lomas, de los primeros que empezaron a hacer descuento a los transandaluseros, con el dueño. Nos comenta la cantidad de gente que va pasando haciendo la TA, cada vez más (el tipo está encantado, como no podría ser de otra forma) y que hay un portugués haciendo la ruta y que nos lleva un día de ventaja.

La siguiente parte del camino es más o menos cómodo, aunque el calor va apretando ya. Al paso del embalse del Calabazar nos entran ganas de dar un baño, pero también llevamos ya hambre, por lo que decidimos seguir hasta Sotiel-Coronada, donde picamos algo y le damos un manguerazo a las bicis...y a nosotros mismos. Con el riego nos baja un poco el termostato, ideal para afrontar la última dificultad del día, la subida a Valverde del Camino, una subida por carretera de varios kilómetros. La recordaba más dura. Esta vez lo fue más por el calor que por el desnivel o por la distancia de la subida.

En Valverde del Camino otra rondita de birras y algo de picar, unas aceitunas y poco más. Descansamos, bajamos la temperatura junto al split de aire acondicionado y cuando nos hemos repuesto atravesamos la población buscando el inicio de la Vía Verde de Los Molinos del Agua.

El comienzo de la vía ha tenido mantenimiento o quizás solo se ha conservado mejor. Las dos terceras partes restantes están muy degradadas, aunque hay cachos que están arreglando ahora. La antigua vía ferrea tiene un perfil descendente pero el calor y las ganas de terminar hacen que los kilómetros se hagan eternos. Roberto las pasa canutas, precisamente en la parte del viaje más favorable al pedaleo y cada poco kilómetros paramos a descansar en las sombras que nos proporcionan los pinos.
En Trigueros nos echamos unas birras nada más llegar al hostal...como no podía ser de otra forma.



Foto izquierda: Roberto, en la primera parte de la vía verde.






:: 6 de agosto, Trigueros - Matalascañas :: tempranito para arriba y continuamos por la vía verde, dejando el desayuno para el siguiente pueblo, San Juan del Puerto. Tras cruzar la ría entramos a Moguer por el perímetro del nuevo polígono. Atravesamos Moguer buscando los pinares del preparque de Doñana.



Foto derecha: Roberto delante del Monasterio de Santa Clara, desde la plaza de las Monjas.





Salimos de Moguer por la Ermita de Montemayor y los siguientes 44 kilómetros es un sinfín de pinos. Al poco se coge el Camino del Loro, una vía pecuaria, acondicionada como sendero ciclable (la mayoría de caminos por la zona son arenales impracticables hasta casi los 4x4). Una delicia de camino, a la sombra de los pinos, y donde los kilómetros caen casi sin darnos cuenta, a pesar del calor que empieza a picar. A partir del Camping Doñana Playa el camino es un poco coñazo, menos sombras y algo de sube y baja, pero al fin llegamos al final de etapa, Matalascañas, y además antes de la hora de comer.

Aprovechamos para bajar a la playa para darnos un baño, donde nos encontramos con un agachalomero, Lucas "Grijander", donde la conversación la monopoliza nuestras amantes de dos ruedas.

Luego del remoje, sustituimos el gorrino (en sus múltiples facetas: jamón, secreto, presa, ...) que nos ha acompañado a la mesa (y al estómago) estos días por las gambas, cigalas, y demás pececillos fritos, a la plancha o en adobo.


:: 7 de agosto, Matalascañas - Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) :: hoy no madrugaremos. El horario de las mareas condicionará nuestro despertar. Aunque consultamos por internet la tarde previa el horario de la bajamar, no hay nada como preguntar a alguien "del mar". En una tienda de artículos de pesca preguntamos el horario de las mareas, y tras entregarnos una tabla de mareas impresa, nos advirtió -menos mal- que en esta época del año había un desfase de dos horas por la "hora solar" (todavía no lo he entendido muy bien). El caso es que gracias a este aviso acertamos con el cálculo de la bajamar.


Traíamos como consejos de "oro" para el tramo que:

1) la mejor forma para bajar a la playa era continuar por la carretera perimetral hasta el Hotel El Coto, y así retrasar el momento de bajar a la arena.
2) tomarlo con calma. En el primer cuarto del tramo playero la arena está aún blando y cuesta rodar, pero no hay que angustiarse con la media de velocidad tan baja porque el "firme" de la arena va mejorando y al final termina convirtiéndose en una autopista por la que puede rodarse con el plato grande y a saco.


Casi desde el principio de la etapa se va viendo a lo lejos la silueta de Sanlúcar de Barrameda, que parece no llegar nunca. Al final llegamos a la Punta del Malandar. Ya solo nos separa el Guadalquivir, ancho en su desembocadura, para llegar a Sanlúcar. Bueno, el Guadalquivir y los 11 eurazos que hay que pagarle al de la barcaza para cruza el río. Al menos el tío de la barcaza cruza de un lado a otro en cuanto tiene clientela, por lo que no te hace esperar. En cuanto llegamos Roberto y yo a la altura de la barcaza, cruzó solo para traernos a nosotros.



Foto derecha: Roberto embarcando en la barcaza.

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